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Capítulo 24.


Respiraba por primera vez aire americano. Tenía mucha tarea por hacer y tan solo tenía cuatro días. Necesitaba buscar a ese chico, pero, ¿por dónde empezaba? Busqué en el centro de la ciudad primeramente, ya que ahí sería más fácil encontrarlo. Andaba rápido casi deshidratada por aquellas calles que desconocía totalmente. No tenía miedo a no saber volver al hotel, no tenía miedo de perderme, haría lo que fuese necesario para buscarle. Mi vista iba para todos los lados de las calles, mientras de mi cuello colgaba una cámara que iba fotografiando todo lo que veía. Mi esperanza seguía viva, la llama que habitaba en mi corazón lucía intensa y en estos momentos ni un tsunami la podría apagar.

Me llevó unas dos horas recorrerme todos los sitios comunes de aquella calle principal de San Francisco. Pero no había ni rastro de él. No había pensado en lo difícil que sería buscarle en esta situación. Desconocía completamente donde podría estar, pero no me iba a rendir. Por nada del mundo.

Caminaba por la sombra que hacían esos altos edificios ya que hacía muchísimo calor. Pensé que la mejor opción sería tomar un descanso y comer algo. Entré a un local que parecía servir comida basura, pero era lo suficiente para alimentarme y quitarme el hambre.

-Por favor, una hamburguesa. – Le pedí amablemente al chico que estaba apoyado en la barra.
-Vaya, un cliente a estas horas. Es extraño. – Me dijo intentando sacar conversación.
-¿Por qué?- Curioseé.
-Seguro que tú no eres americana. – Adivinó.
-¿Tanto se me nota? – Le contesté riendo. – Llegué hoy. – Le informé.
-Soy Joe. Encantado. – Joe. Ese nombre retumbó en mi cabeza. Me resultaba tan familiar que hasta podría afirmar que le conocía.
-_____. – Le dije después de enviarle una sonrisa.

Ese chico pasó a la que sería la cocina de aquel local. Estaba totalmente vacío, solo estábamos él, yo y los cocineros que trabajan dentro. Yo observaba aquel sitio, que a pesar de servir comida basura, estaba realmente limpio. Mis ojos fueron directos a parar a los cuadros que tenía en ese salón. Entrecerré los ojos para intentar distinguir las caras de esas personas que salían en las fotografías. Joe, que era moreno de ojos verdes, alto y fuerte, salía en aquella foto con una chica que parecía sacada de una revista de modelos. Era rubia, aparentemente alta y con un pelo de eterna longitud.

-Tu hamburguesa. – Ese chico interrumpió mi análisis.
-Gracias. – Le sonreí
-Perdón por ser tan entrometido pero la curiosidad me puede, ¿a qué viniste?
-En busca de una persona. Una persona muy importante para mi. – Dije mientras intentaba disimular las ganas de llorar. Mi garganta hacía gorgoritos y sabía que si seguía pensando en eso, me derrumbaría.
-¿Y sabes dónde está?
-No. No lo sé… Sólo sé cómo se llama y… y ya está…
-No quiero desilusionarte pero… San Francisco es muy grande… – Mis ojos parecían ser el Titanic cuando pronunció esas palabras. Se iban inundando poco a poco, hasta que se hundieron entre lágrimas. –Eh! – Ese chico intentaba animarme. –Pero no te rindas. He dicho que es muy difícil, pero ¿sabes? No es imposible. 
Además, mereces encontrarla, porque tienes que querer mucho a esa persona para viajar hasta aquí para buscarla. – Yo sonreía mientras lloraba intentando comunicar a Joe que tenía toda la razón del mundo. –Vamos. Yo te ayudaré si es lo que quieres.
-¿De verdad? – Un brote de ilusión creció dentro de mí.
-Claro. Me encanta ayudar a la gente. – Me miró ilusionado.

Ese chico había aparecido como un ángel de la guarda en mi vida, y sabía que con su ayuda todo iba a ser mucho más fácil. Después de eso, chistó al chico que estaba en la cocina. Después le dijo que cubriera su puesto. Se quitó su delantal y salió transformado. Se dirigió hasta la transparente puerta y la abrió dejándome pasar a mi primero.

-¿Por dónde podríamos empezar? – Le pregunté mientras masticaba esa hamburguesa que sostenía en mis manos.
-Dime como se llama, quizá adelantemos más. – Me sugirió mientras caminábamos bajo esa calle tan larga.
-Harry. Harry Styles. – Lo dije orgullosa. Ese nombre sonaba tan bien en mi boca que me sorprendía.
-¿Chico? – Preguntó. Yo afirmé con la cabeza. –¿Y algo más que debamos saber?
-Solo que llegó hace poco aquí…
-Pues estoy seguro de que no creo que se haya metido en ningún sitio más lejano que el centro. Así que, comencemos por aquí. Busca en todos los portales pares y yo buscaré en los impares. Mira todos los buzones y busca su nombre. Si no, mira si hay alguno que esté en blanco. Eso será que acaban de llegar y aún no han puesto el nombre.  – Ese plan me parecía realmente perfecto. Asentí con la cabeza y me puse manos a la obra.

Comencé a correr al principio de la calle, pues me esperaba un gran trabajo. Portal número 2. Miré de arriba abajo toda esa cantidad de buzones y empecé a buscar aquel nombre. Eso iba a ser agotador, pero era mi deber. Nada, ni rastro de ningún Harry Styles ni de ningún buzón en blanco. Al menos en los diez primeros portales. Estaba realmente agotada, llevaba al menos tres horas mirando buzones. Caí exhausta encima de un banco cuando Joe se acercó a mí  y se sentó a mi lado.

-Creo que esto es mucho más complicado de lo que parecía… - Dijo.
-Ya lo creo… - Afirmé.
-Debemos buscar otra manera de encontrarle, esta no creo que nos sirva de mucho. No podemos revisar todos los buzones de todo San Francisco… - Dijo Joe.
-¿Y qué podemos hacer?
-¡Ya sé! ¿Por qué no vamos a la comisaría y preguntamos si algún Harry Styles se instaló en la ciudad en los últimos días?
-¡Me parece perfecto! Piensas realmente bien.
-Ven, sígueme, a menos de quince minutos hay una.

Comenzamos a andar y atravesamos todas esas calles. Ahí estaba el edificio donde se encontraba la comisaría. Entramos corriendo y miramos a ambos lados en busca de la recepción.

-¡Por aquí! – Me ordenó Joe. Ese chico estaba comportándose genial conmigo sin apenas conocerme.

Ahí estaba la mesa con forma de mostrador donde se encontraba detrás un hombre vestido de policía.

-¿En qué puedo ayudarles? –Preguntó.
-Venimos buscando información. Necesitamos saber si alguien llegó a la ciudad en estos últimos días. Harry es su nombre.  – Informaba Joe.
-Disculpe, pero esa información es confidencial.
-Pero, señor. Necesitamos saber esa información. Lo necesitamos.
-¿A caso tienen algo que justifique que ese señor es familiar suyo? – Dijo aquel hombre. Joe me miró.
-No… - Negué.
-Entonces es imposible darles esa información. Y ahora, si son tan amables, hay gente detrás de ustedes.

Nos alejamos de aquel mostrador y nos colocamos en una de las sillas que tenía la comisaría.

-Esto es imposible… -Dije.
-No. Nada es imposible.
-Esto sí…- Me lamenté.
-¿Le quieres? – Me preguntó.
-Claro…
-Pues entonces saca tu voluntad y demuestra que puedes conseguir que ese hombre de ahí te de esa información.
-¿Cómo? – Estaba a punto de rendirme…  
-Te lo vuelvo a preguntar. ¿Le quieres? – Dijo él de nuevo.
-Claro.
-¿Le quieres? – Repitió levantando el tono de voz.
-CLARO. – Grité. Todas las miradas de las personas que estaban en la sala estaban encima de nosotros.
-Entonces, dile a aquel señor del mostrador porque necesitas saber donde se encuentra ese chico. – Dijo él con un tono de voz aún sumamente alto.
-Porque he venido desde Londres en busca de el chico al que quiero.
-¿Y qué más? Vamos, no te cortes. – Joe me animaba para que confesase todo bajo la mirada de todas las personas de la sala.
 -Teniendo en España a un hombre con el cual se supone que me tengo que casar de aquí a unos meses y al que no quiero. Necesito verle de nuevo para saber que no le he perdido. Necesito asegurarme de que el casarme es un error. – Me iba acercandome a aquel mostrador y pasando por el pasillo que la gente me iba abriendo. La cara del policía era de completo asombro. - Joder, he atravesado un océano entero para encontrarle y no pienso rendirme. No teniendo solo cuatro días para buscarle. Si usted alguna vez ha estado enamorado, por favor, haga el puto favor de abrir ese programa y buscar el nombre de Harry Styles por todo San Francisco.
-Está bien señorita, pero por favor, cálmese. – El policía cedió completamente asombrado.

En ese momento no pensé ni donde estaba ni a que me estaba sometiendo, simplemente hice caso a Joe y me dejé llevar por mis sentimientos. Miraba a Joe mientras que el policía abría aquel programa. Le sonreía. La gente de detrás cuchicheaba mientras una señora se secaba hasta las lágrimas.

-No hay rastro de ningún Harry Styles… - Me dijo finalmente el policía.
-¿Está seguro? – Dijo Joe al ver que yo no podía articular palabra.
-Segurísimo. Lo lamento. – Dijo el policía.
-Vamos Joe… aquí no tenemos nada que hacer… - Dije al desconocido algo conocido ya para mí.

Salimos de aquella comisaría. Mientras bajábamos las escaleras mis lágrimas comenzaron a resbalar por mi cara.

-Lo siento… - Dijo Joe.
-Tú no tienes la culpa… Le dije.
-Al menos esa señora se emocionó. – Dijo sonriendo. A mí también me hizo sonreír.
-Creo que me debo de dar por vencida…
-Solo llevas un día aquí… Aún te quedan unos pocos. Aprovecha y búscale hasta debajo de las piedras…
-Pero, ¿y si no está aquí? No hay ni rastro de él en la comisaría… Eso es que no vive aquí.
-Hay dos opciones… - Dijo él. – O que ha venido por una temporada y está en un hotel. – Negué levemente con la cabeza porque yo descartaba esa idea. Eran demasiados días que debía de pagar en un hotel. – O está con alguien conocido que viva aquí… - Mi mente automáticamente desacartó las dos posibilidades, cosa que no debió de hacer nunca.
-Gracias de verdad Joe… pero creo que aquí acaba mi búsqueda… Si me lo encuentro en esta gran ciudad, pensaré que es porque el destino quiere que así sea… Si no dentro de cuatro días volveré y… le olvidaré. – Nos quedamos en silencio unos minutos. – Me voy al hotel. Estoy agotada…
-Bien. Si me necesitas ya sabes dónde estoy.
-Ha sido un placer. – Le dije. – Y gracias por todo.

Nos despedimos en una acera que estaba al lado de la carretera. Algo me llamó la atención. Algo que mi mirada le prestó gran atención.

-Espera. – Me asomé detrás de su cuerpo y vi un poste de anuncios que me llamó la atención.

Empecé a correr hacia ese poste donde se encontraba esa fotografía que tanta curiosidad me había transmitido. Cuando me acerqué comprobé lo que era, lo miré un par de veces para asegurarme de que de verdad en esa imagen salía él, que no era un simple producto de mi imaginación.
Un cartel donde estaba una foto de su cara al lado de una hora y un lugar. ‘Little Things’ era el título.

-¡Es él! – Grité a mirada de todas las personas que caminaban por la calle. -¡Joder, es él, Joe, es él! – Exclamaba entusiasmada. 

PD. DALE A ME GUSTA SI TE HA GUSTADO EL CAPÍTULO :) 



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