Nerviosa y al borde de un ataque de nervios. Ese era mi
estado de ánimo. Ese día me recordaba tanto a la boda de Perrie un mes atrás.
Esta vez era yo la que pisaba el altar. Esta vez era yo la que diría el ‘sí
quiero’ delante de todo el mundo. No había hablado con Liam desde la mañana
anterior y él estaba seco. Intenté asociarlo a que estaría nervioso, igual que
yo.
-Estás preciosa, de verdad. – Me decía Cris. – La diseñadora
que te hizo el vestido te lo hizo genial.
-Gracias. – Le dije mientras ella me ayudaba con los últimos
retoques antes de ir hacia la iglesia.
Este día me recordaba al día en el que Perrie se casó. El
día en el que me volví a encontrar de frente con mi pasado. El día más feliz de
mi mejor amiga. Se me hacía raro que no estuviese aquí que hasta me imaginaba
su voz. O, esperad. ¿Me imaginaba su voz?
-¡CARIÑO! – Oh, ¡No me lo imaginaba! ¡Era Perrie! ¡Estaba
ahí!
Cogí un extremo del vestido y a pesar de que los altos
tacones que llevaba me impedían correr hacia ella, lo
intenté y lo conseguí.
Nos envolvimos en un gran abrazo en el que mis lágrimas estaban a punto de
salir a la luz.
-Pensaba que no vendrías. ¿Qué haces aquí? – La dije.
-¡No llores! – Me rogó. – Sino la pintura se te correrá
-Bien. Vale. ¿Qué haces aquí? – Insistí.
-¿Pensabas que podía faltar en el día más importante de mi
mejor amiga? – Me dijo mientras continuaba abrazándome.
-¿Y Zayn?
– El se quedó en Londres. Me vine yo sola.
-¡Oh Dios mío! Tu tripa está enorme!
Tras unos fuertes abrazos bajo la observación de Cris, quien
también había venido a mi boda, ésta acompañada de Lou, nos dirigíamos abajo,
dónde mi padre conducía el coche que nos llevaría a la iglesia. Perrie se montó
conmigo en el asiento trasero.
-Créeme que estoy muy nerviosa… - La dije.
-Y tú créeme que te entiendo como nadie. – Las dos
sonreímos.
-Y, ¿qué tal Harry? – La pregunté.
-¿Crees que es el momento oportuno para preguntar por él? –
Dijo con una sonrisa.
-Creo que es lo único que me puede distraer un poco…
-Viajó a San Francisco de nuevo a ver a mi abuela hace unos
días. No hablé con él desde entonces. – Me informó.
-Espero que no se encuentre con Jane.
-Lo dudo. Hará lo imposible para que eso no sea así. – Me
dijo Perrie.
-¡Ya llegamos! – Dijo mi padre.
Su voz masculina me hizo que mi estómago diese un vuelco
completo. Estaba a dos pasos de atravesar la iglesia de su brazo. Allí estaría
Liam, con su esmoquin seguramente perfecto. Sujetaba la mano de Perrie hasta
que ella abrió la puerta de su lado y salió. Mi vestido ocupaba casi todo el
espacio de la parte trasera del coche, y cuando mi padre decidió abrir mi
puerta para que saliese, me costó eternidades deshacerme de aquel forro tan
pomposo que formaba parte de mi vestido.
Mi padre estrechó su brazo y yo me agarré de él. En una
iglesia de Barcelona, con un calor algo incómodo y a tres pasos de convertirme
en la señora Payne.
-¿Estás preparada? – Me dijo mi padre.
-Debo de estarlo. – Le dije.
Comenzamos a andar rápidamente mientras que Perrie me iba
colocando la cola del vestido. Me iba acercando a la puerta de la iglesia y los
nervios se me iban acumulando en el estómago. Pensaba que iba a echar por la
boca hasta mi primera papilla.
Las puertas de la iglesia chasquearon y comenzaron a abrirse. Miraba al suelo y me
decía a mi misma que debía de levantar la mirada para mirar al altar y ver el
fantástico Liam. Las voces de la gente se silenciaron totalmente y comenzó a
sonar el sonido de aquel órgano.
Me armé de valor y levanté mi mirada hacia el altar donde
Liam me miraba a punto de un ataque de nervios, al igual que yo. Me temblaba
todo, absolutamente todo. Mi única sujeción era el brazo de mi padre, que
gracias a él no me vine abajo en ningún momento. Me acercaba entre lágrimas de
mis padres y aquellos invitados emocionados. Mi padre me soltó del brazo y me
besó la mejilla susurrándome un ‘Suerte’
Antes de subir aquellas escaleras, cogí aire y miré a Perrie
que me transmitía tranquilidad. Cogí un extremo del vestido y comencé a subir
peldaños.
-Hola. – Susurré a Liam.
Él se limitó a sonreírme. Le veía raro y seco. Su reacción
de días anteriores seguía permaneciendo y ya no podrían ser de los nervios.
El sacerdote sacó el libro y comenzó a leer línea tras línea
mientras yo miraba de reojo a Liam que no me dedicó ni una sola mirada. Sus
piernas entrecruzadas y sus dedos jugueteaban nerviosos. El cura nos mandó
ponernos en pie para preguntarnos aquella famosa frase.
En cuanto pude equilibrarme encima de esos zapatos, escuché
la puerta de la iglesia abrirse. ¿Quién sería y por qué llegaría tan tarde? La ceremonia
estaba a punto de terminar. Mi cabeza se
giró hasta el punto que pudo, ese velo que decoraba mi cabeza era demasiado
inmóvil para dejar que mi cuello pudiese girar perfectamente. No me permitía
girar el cuello a la perfección, pero si de algo estaba segura, es que la
persona que acababa de atravesar esa puerta era muy importante para mí: Era él.
-Harry… - Susurré.
Liam escuchó mi susurro y giró también su cabeza hacia mi
dirección.
-Disculpen, ¿podemos seguir con la ceremonia? – Dijo el
cura. -¿Oigan? – Preguntó al ver que ninguno de los dos hicimos caso a su
petición.
-Sí, sí. – Decidí decir. – Prosiga.
Harry se sentó en uno de los últimos bancos, ya que los
demás estaban ocupados. ¿Qué hacía allí? ¿Por qué estaba en mi boda? ¿Qué
pretendía llegando en ese justo momento?
-Liam James Payne, ¿acepta a _____ ______ como legítima esposa?
– Preguntó el sacerdote.
Mi corazón iba a mil kilómetros/hora y miraba a Liam
nerviosa. Él estaba tardando mucho en contestar a esa simple pregunta y no
entendía el por qué de su reacción. Tampoco entendía que hacía Harry ahí, ¿no
estaba en San Francisco? ¿Qué pintaba él ahí? Hasta el día de mi boda todo era
extrañísimo.
PD: ¿Me gusta por uno de los últimos capítulos?
PD: ¿Me gusta por uno de los últimos capítulos?
Me matas de la curiosidad.... Estoy desesperadamente desesperada por el siguientw por faavooooor
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